Un hombre tuvo que viajar al mercado con un costal de algodón y otro de azúcar.
El tenía 2 asnos y se preguntaba sobre cuál iba a poner la carga ligera del costal de algodón y sobre cual el pesado costal de azúcar. Decidió dejar que los asnos eligieran, dejó que los asnos entraran a la granja y los observó:
Uno de los asnos palpó ambos costales y luego volvió hacia el de algodón. El hombre razonó que el asno había elegido el de algodón y se lo puso en el lomo.
Luego puso el de azúcar sobre el otro asno y partieron por su camino. A medida que viajaban, el asno con el azúcar luchaba bajo su carga. El sol estaba caliente y la tierra estaba dura. Cuan pesado era ese costal de azúcar, y el asno se preguntaba cuanto más iba a poder resistir….!
Sin embargo, el asno con el costal de algodón no tenía problema alguno. A veces hasta trotaba e incluso hasta alzaba sus pezuñas de alegría. Cuan contento estaba por no tener la carga pesada de azúcar como el otro asno.
Por fin, se acercaron a un río, y se enteraron de que se había caído el puente, la única manera de llegar al otro lado sería a nado; así que al río fueron los asnos.
A medida que el asno con el costal de azúcar nadaba, percibía que su carga se hacía más liviana. Pues mientras nadaba, el azúcar empezó a disolverse en el agua y mientras más se adentraba en el río más liviana se hacía su carga, al fin alcanzó el otro lado, mojado, pero sólo un poco cansado por la experiencia.
¿Qué pasó con el otro asno con el costal de algodón?
A medida que nadaba, él percibía que su carga se hacía más y más pesada. Pues mientras nadaba, el algodón absorbía el agua y mientras más se adentraba al río más pesada se hacía la carga, el asno se esmeró por mantener su cabeza a flote, pero era imposible. Agotado y sobrecargado, se hundió y nunca jamás lo volvieron a ver.
Desconozco el autor.
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